Cuando saludé a Sebastián me pareció un
personaje de una película dramática argentina. Se dibujaba en su rostro el
tormento de amor que no le dejaba dormir hacia dos años. Llego a la oficina en
un día que se asemejaba a su estado de ánimo, llovía con esas gotitas finas que
dan la impresión de no mojar. Desde
el principio empatice con su decaimiento del desamor, situación que nos
ha sido común a muchos.
Sebastián
tenia para ese entonces 75 años "recién cumplidos", tres hijos ya
casados fuera del país y era viudo hacia cinco años. "Ella mi esposa
estuvo muy enferma durante mucho tiempo, yo la cuide y su partida me dejo tan
falto de amor que de verdad no sabia si lloraba por ella o por mi durante mi
duelo. Mis hijos vinieron a enterrarla y me quisieron llevar con ellos, pero
pasar mis últimos años fuera de mi mundo no puedo ni considerarlo".
"Cuando
ella murió yo me dormí, deje de sentir, solo lloraba, los hijos llamaron al
principio, luego ya dejaron de hacerlo y yo no protesté, no me gusta molestar.
Un día hablando con un amigo viudo llegue a la conclusión de que me iba a
dedicar a mis cosas hasta que me llegara la hora".
*Caminata diaria
*
Prepararme algo de comer, ella
desde su lecho de enferma me enseño a cocinar algunas cosas, al
principio fue un desastre, pero luego me gusto.
*Ir a la iglesia, leer un poco, ver TV. y la verdad aburrirme y llorar mi soledad.
*Ir a la iglesia, leer un poco, ver TV. y la verdad aburrirme y llorar mi soledad.
Cuando
se aburría Sebastián iba a dar una caminata a un centro comercial cercano a su
casa. "Le digo la verdad esa fue mi perdición, así fue que conocí a
Adriana, esa noche por primera vez en tres años dormí sonriendo de solo pensar
en verla al día siguiente".
Pasaron
varios meses donde se veían al caminar, se saludaban, hablaban un rato, muchas
veces en compañía de otras personas mayores, viudas, viudos, divorciados y
solos. Todos estaban retirados y todos venían de la generación donde nadie les
advirtió que seria bueno pensar qué harían después de la jubilación.
Un
día Sebastián le pidió el teléfono a Adriana para de esa forma poder hablar
cuando por alguna razón no se podían ver. Lo peor eran los domingos que ella
los tenia comprometidos con iglesia y nietos que cuidar. En muchas ciudades los
abuelos pasan sus últimos años de vida recreando de alguna manera sus
comienzos, criando niños pequeños.
Sebastián
invito a Adriana a cenar a un restaurante en el centro comercial y la noche
antes de la cita por poco no puede llegar porque no durmió y se le descompuso
el estómago. "Tiene que entenderme hacia muchos años que no salía a cenar
con una mujer y que además me gustara. Estaba muy nervioso, me sentía que
estaba engañando a mi esposa, y además cometí el error de contárselo a mi hija
y a ella le pareció una traición a la memoria de su madre".
Esta
situación la he vivido en la consulta varias veces es desafortunado, pero los
hijos de padres divorciados o viudos piensan que después de "cierta
edad", los padres o madres se convierten en seres asexuales que no sienten
como las demás personas. Piensan
que ya ellos vivieron su vida y que en esos años lo que toca es esperar el día
de la muerte, sin derecho a vivir hasta el último día. La hija de Sebastián
pretendió quitarle a su padre el derecho a la felicidad que toda persona tiene
sin importar su edad.
"Ella
es bella, es mayor que yo tiene 80 años, pero se ve muy bien, es que las
mujeres se cuidan mas. Adriana me ha devuelto la vida". A Sebastián se le
iluminaba el rostro cuando hablaba de Adriana, es maravilloso poder presenciar
cómo no importa la edad las personas podemos ser felices cuando conectamos en amor
con otra.
"
Esos primeros días fue bueno, pero lo que yo no sabia era que Adriana se
comportaría como si tuviera quince años imagínese, nada de tomarse la mano, un
beso ni robado, ella dice que hay que esperar y yo le digo que ninguno tiene
tiempo para esperar nada".
Sebastián
estaba loco por Adriana la complacía en todo, pero quería poder salir de la
casa a actividades, "¿usted sabe la de años que ninguno de los dos sale a
un espectáculo, a un concierto? Encontrarme que ella no quiere que la vean
conmigo es terrible, dice que sus hijos le tienen prohibido que salga sin ellos
y nunca la llevan a ningún sitio porque todos los fines de semana le traen los
nietos para cuidarlos". Lo segundo que Sebastián desea es un poco de intimidad, Adriana lo acusa de
que cuando lo consiga la va a dejar y se busca otra, cosa que el no ha
considerado. "Yo creo que ella no se ha dado cuenta de nuestra edad."
Escuchar
cómo dos personas tan grandes se permiten tan poca libertad es cuando realizas que las enseñazas de la cultura quedan
grabadas en comportamientos que se perpetuan, aún cuando ya no proceden en
tiempo y espacio.
Adriana
y su historia merece una entrada
aparte que les prometo para el próximo domingo.
Sebastián
estaba en mi consulta buscando desahogarse de un mal de amores a los 75 años,
"necesito herramientas para dejar de verla ya no puedo mas. Adriana es muy
ambivalente y yo creo que esta jugando conmigo, pero no se cómo dejarla. Si la
llamo mucho se enoja, si no la llamo se enoja, no quiere salir conmigo, no
quiere ni que la bese, un día tuvimos "algo" y entro en pánico, estoy
destrozado".
Sebastián
estaba metido en una trampa donde parecía que no podría ganar. Escuchar a un
hombre de 75 años considerar dejar una relación es una situación muy seria,
enamorarse a cualquier edad o romper una relación amorosa es difícil, pero a la edad de Sebastián es condenarse a un tormento del que ya
no se tienen las energías para salir. Sanar es un reto en cualquier etapa de la
vida, a los 75 es una proeza. La población mundial esta envejeciendo, tenemos
que hacernos concientes y prepararnos para esa etapa de la vida y nos toca
educar a los mas jóvenes de cómo queremos ser tratados. Llegar a viejo no es
una opción, es una realidad si no mueres joven.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
753-2848/399-3114
thaliacuadrado@gmail.com
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