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Caminando(detalle) Acrílico sobre papel. 16)19. Oct.2013. |
La
relación amorosa es una asignatura que
nos toca tomar varias veces,
las buenas notas son escasas.
La
mayoría de las consultas a la oficina de la psicóloga, tienen el propósito de
buscar orientación sobre la vida amorosa. Personas muy jóvenes de 20 0 30 años,
también de 40, 50, 60 o de 80 años
acuden a indagar sobre su vida amorosa. A veces son individuos que ya tienen en
su haber múltiples relaciones de menor o mayor duración. Individuos de pocas
relaciones, pero de muchos desengaños amorosos, las mas han tenido de todo como
en botica, pero no se sienten satisfechos. Conozco otros que tienen la edad
para decir con certeza, que nunca han podido tener una relación de amor pareja y
están cocientes que esa es su asignatura pendiente, como Don Francisco en un
blog anterior.
Es
impactante como casi todas las parejas que han tenido estas personas después de
un tiempo terminan pareciéndose en la dinámica de la relación. La dinámica de
una relación se refiere a cómo es la relación entre las personas. Cuando ese
parecido es satisfactorio si lo notamos lo celebramos. Cuando el parecido es
difícil, cuando lo que esta sucediendo nos trae imágenes de otras relaciones en
las que hemos sufrido, la mayoría cierra los ojos y prefiere no verlo.
Buscar
las razones del parecido de nuestras parejas en la relación pareja que
aprendimos de nuestros padres, en la cultura que nos enseña a tener relaciones o
en lo que se espera de nosotros en la sociedad en la que nos desarrollamos puede
ser iluminador.
Hoy
prefiero centrar esta explicación desde la perspectiva de la energía. Todos
sabemos que vivimos en un universo de energía donde lo que vemos emite una
energía y nosotros también emitimos energía. Conocemos que la vibración de esa
energía que tenemos es muy particular a la persona y que depende de su nivel de
conciencia. El nivel de conciencia se nutre de la visión que cada una o uno
tenga de si mismo y de cómo percibe el mundo que le rodea. La conciencia es un
estado de atención, es un estado de
estar despierto que se alimenta de la calidad de las decisiones que tomamos
cada día. Influyen además en nuestra conciencia los sentimientos que
alimentamos a diario. Sentimientos de amor por ejemplo atraen luz hacia quien
se dirigen y hacia quien los siente aumentando nuestro nivel de conciencia.
Sentimientos de odio, rabia o actos violentos opacan la luz, nublan el
entendimiento y producen un nivel de conciencia bajo.
En
nuestra humanidad solo recientemente estamos conociendo el cómo nuestro nivel
de energía impacta todo lo que hacemos incluyendo la pareja que escogemos y la
calidad de esa relación. Hasta hace poco entendíamos que una buena pareja era
cuestión de suerte y que nosotros no podíamos hacer nada para ayudarnos. Pensábamos
que tener una buena pareja era cuestión de lotería, a algunos les toca la
mayoría juega y pierde.
El que nuestras parejas suelan parecerse entre
ellas no tiene que ver con que las mujeres o los hombres sean de tal o cual
manera. La verdad es que el parecido lo generamos nosotros con la energía que
tenemos en la que vibramos y que sirve de imán a esa otra persona. Una manera
para poder entenderlo es imaginar que la otra persona es un espejo en el que
reflejamos lo que somos y ese reflejo atrae a otro individuo muy parecido a
nuestras necesidades.
Por
ello es que es tan importante afinar nuestro nivel de conciencia y caminar por
la vida de búsqueda de pareja lo mas despierto posible. Dependiendo de cuan
despierto se encuentre una persona mas atento estará en las parejas que deje
entrar a su vida.
Una persona que comienza una relación amorosa con
los ojos de su entendimiento interno cerrado, es decir con un bajo nivel de si
mismo, o con el solo propósito de satisfacer sus propias necesidades amorosas o
sexuales, encontrara después de un tiempo y varias relaciones que todas son la
misma relación con diferentes nombres. Las necesidades suelen ser las mismas, con
un nivel de atención bajo, usualmente el individuo tiene mucha prisa y repite
una y otra vez exactamente los mismos errores.
Por
otro lado para aspirar a tener la experiencia de una relación de sustancia,
intima y significativa tenemos que ser capaces de entrar a la relación conscientes,
conocedores de nosotros mismos y con interés genuino en el ser del otro. Es
decir no solo desear, admirar la belleza que adjudicamos, o necesitar el amor
del otro. También se requiere que estemos genuinamente interesados en el otro u
otra, tomando el tiempo para sentir nuestro despertar en ese nuevo encuentro.
Si
observamos socialmente realmente hacemos todo lo contrario.
*Cerramos
los ojos, el entendimiento, la razón y proyectamos cualquier cosa que deseemos
en la otra persona.
*Actuamos
en total impaciencia como si no hubiera mas oportunidad, actuar en impaciencia
es actuar en el miedo de que si no agarro a esta persona no voy a encontrar a
nadie mas.
*No
escuchamos la intuición, la voz interior, el duende interno o cualquier otra
voz que nos diga…ten cuidado, tómalo con calma. Usualmente recordamos lo que
decía esa voz meses o años después cuando ya la experiencia difícil nos cae
encima..
*
Nos engañamos, reaccionamos, detenemos la reflexión y aun cuando sabemos que
estamos cometiendo un error continuamos en la dirección del dolor.
Ciertamente
a tener relaciones de amor se aprende teniéndolas, para aspirar a ser maestros
en una materia hay que tomar muchas clases. No existe una manera certera para acertar
en el escoger la pareja. En el encuentro con otro individuo que nos atrae lo
mejor es conocernos y comenzar saboreando a sorbitos esa nueva experiencia hasta
conocer su sabor completo. La vida y los placeres del amor se miden por la
calidad de las relaciones humanas que establecemos y todo esto se cocina a
fuego lento, en las cosas excelentes no existe la comida rápida.
La
autora es Psicóloga Clínica en practica privada.
(787)753-2848)
399-3114
thaliacuadrado@gmail.com
¡Me encantaron las comparaciones con la comida!
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