Rueda de la vida. 2009.
{Expiramos
lo que sentimos, no podemos dejar de sentir, igual que no podemos dejar de
respirar.] Thalía Cuadrado.
Muchas
veces hemos escuchado: Pregúntale a tu corazón lo que estas sintiendo. Cuando
una persona se encuentra confundida, angustiada, llena de dudas sobre sus
sentimientos, preguntarle a su corazón y dejar que este hable es lo
recomendado.
Sin
embargo, también podemos preguntarle a nuestro cuerpo, las emociones que
sentimos se reflejan en nuestro cuerpo físico y tienen un impacto en nuestra
salud general. Cuerpo y órganos se afectan diariamente con lo que sentimos.
Cuantas
veces ante un dolor de cabeza podemos identificar un mal rato, que hemos
pasado. Otras veces sentimos presión con dolor en el estómago o espalda,
preferiblemente en los hombros, después de un evento que nos impacta. Con la
consecuencia de presión alta. O quizás emociones fuertes nos llevan a no poder
caminar con soltura, como si la intensidad de la emoción que sentimos nos colocara
un freno en los pies y nos impidiera dar un paso. Personas están casi
incapacitadas porque no han establecido la conexión entre su colitis y el estrés
extremo en el que viven. Estas y muchas otras experiencias nos demuestran cómo
lo que sentimos tiene una relación directa con la salud o el bienestar de
nuestro cuerpo.
Todos
tenemos un observador interno que nos avisa cuándo nos estamos haciendo daño en
nuestro cuerpo físico con lo que estamos sintiendo. Es importante que activemos
al observador para que nos avise de la emoción que puede llevar meses
creándonos diferentes dolencias físicas. Este observador además podría avisarnos
de las reacciones de nuestro cuerpo ante las diferentes situaciones o personas
que nos encontramos cada día. Activar el observador es fácil solo tenemos que
estar atentos a lo que estamos haciendo en el presente, a la experiencia
diaria. Muchas personas insisten en afirmar que ese dolor o molestia que
sienten en algún órgano o parte del cuerpo, no guarda relación con lo que
sienten. Otras a veces no tienen dolencia física alguna, sin embargo su rostro
y sus gestos delatan las emociones
no trabajadas.
La
emoción es algo muy pasajero, sentimos coraje por muy poco tiempo, sin embargo
somos capaces de sostener esa emoción años, décadas, activándola con el
pensamiento. Cuando tenemos una experiencia fuerte, solemos pasar la película
una y otra vez, consiguiendo con ello activar las emociones asociadas al
evento. Las personas creemos que es la emoción del evento, pero realmente es
una recreación mental de lo que sentimos en el pasado. En un caso como este el
observador lleva horas o años tocándonos la puerta para avisarnos del daño que
nos hacemos. Personas insisten en mantenerse molestos, con coraje, con rabia
aún cuando ya no pueden ni recordar que fue lo que les hizo sentirlo. Caminar
por la vida con una emoción sin resolver, no solo se refleja en el cuerpo sino
que lo enferma.
La
próxima vez que sientas una emoción sobre todo en un grado elevado, pregúntale
a tu cuerpo en qué parte se siente. Una vez lo identifiques trata de manera
preventiva ese lugar, con relajación, masajes, respiración dirigida al lugar.
También puedes usar música de relajación, hacer ejercicios de soltar los nudos,
puedes hacer ejercicio, yoga y hasta puedes cantarle a esa molestia en el
centro del pecho. Crear todos los días un lugar de Paz interna y externa que
nos ayude a procesar la emoción diaria seria deseable. La acumulación constante crea enfermedades que pueden ser muy serias. En esto de
sentir, sanar, observar y estar atentos, la prevención es siempre lo primero.
La
autora es Psicóloga Clínica en practica privada.
(787)
753-2848\\399-3114
thaliacuadrado@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Espero tu comentario