Tres Mandalas. Tres procesos. 2013. |
Para
O.S. un abrazo solidario.
Una
persona que esta pasando por el peor momento de su vida me comento. “ Esto es
muy difícil, pero con el tiempo lo voy a superar. Lo que me preocupa es la
desesperanza en el país”.
Todos
vivimos nuestras vidas en privacidad, dentro de una realidad personal y en ese reglón
ponemos y quitamos, casi a nuestro antojo. Podemos practicar y muchas veces
conseguir, la ilusión, la mirada de esperanza, la alegría en nuestro pequeño círculo.
Sin embargo, como somos humanos con visión de
colectivo, todo lo que sucede fuera de nuestra propia mandala, nos afecta. Aún
en momentos tan difíciles como los de esta amiga, el colectivo y sus vaivenes,
con sus luces o sus sombras nos ayudan a levantarnos. O por el contrario
retardan o detienen la sanación de tragedias personales.
Hoy
día y ya hace demasiado tiempo la falta de ilusión es una constante en el medio
ambiente, es algo que como un cáncer
lento, invasivo nos está debilitando el
alma. La negatividad nos está robando la esperanza de creer en la recuperación,
fatigando lo mejor de nosotros mismos. El pesimismo diario de que nada va a
cambiar, nos alarga la llegada del
futuro que no vemos y que por lo tanto, no es nuestra construcción. Vivir en la
sensación de que no importa lo que hagas es inútil, que “nada va a cambiar”, es
estar en un estado de guerra. Un
lugar donde todo vale, aún los
comportamientos que antes no nos hubiéramos permitido. Un lugar donde todo se
deteriora, incluyéndonos y sobre todo, a nosotros mismos.
Los
humanos tenemos en general tres tiempos donde hacemos la vida. El pasado, el
presente y el futuro. El pasado como ya pasó, nos obliga a mirarlo para
extraerle el jugo de la experiencia vivida. El presente nos obliga a prestar
atención al flujo de la vida, ya que éste es su lugar natural. El futuro es la
esperanza, de que cualquiera que fuera el pasado, podemos transformarlo en un
tiempo futuro, mejor.
El pasado casi siempre se nos presenta
borroso, el presente que debería tener mucha luz, se convierte en un estado del
que hay que salir(o huir) muy pronto. El futuro es un canvas donde podemos
pintar cualquier cosa y depende de lo que pintemos, así será el estado de ánimo
que tengamos.
En
estos días y ya hace demasiado tiempo, el futuro no tiene luz. Es un lugar de
signos de interrogación donde no podemos proyectar los sueños, los deseos, la
vida del futuro. La desesperanza nos quita a diario las luces y como dice Sor
Juana Inés de la Cruz, “todo es del color del cristal con que lo mires”.
Nuestro cristal está opaco, lleno de desesperanza y de esta forma parece que somos incapaces de proyectar un
futuro, que se convierta en presente.
Quizás
en muchos países la economía y sus vaivenes ha producido estragos. En éste, en
el nuestro, en el mío, la economía es un reto diario. Sin embargo, mi
percepción es que no solo tenemos un
problema económico. Si fuese económico, es decir si con una economía prospera
todo se arreglara, seria más fácil. El problema es la desesperanza, la inercia, la huida de la
ética de la vida, el debilitamiento emocional. Eso no se arregla con dinero.
Por otro lado, toma mucho tiempo restaurar los hilos que nos unían y no hemos
comenzado.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
753-2848 (787) 399-3114
preguntaleathalia@gmail.com
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