Ylan- Ylan. 2015. |
El
tiempo es una experiencia individual y colectiva aunque el objeto para medirlo data
de solo varios siglos. Las emociones son nuestra vivencia individual y la tenemos
desde antes de nacer. Somos seres emocionales, eso nos hermana y en algo tan
importante, somos homogéneos. Es decir, todos sentimos. Por supuesto, todos sabemos lo variados que
podemos ser, en la expresión de esas emociones.
Para
nosotros el tiempo nunca son las horas, los días o los años. El tiempo no es el
futuro, lejano o inaccesible. El tiempo
es un instante o es una eternidad, dependiendo de la experiencia que lo acompañe.
Un
día puede parecer un año y una hora con un ser amado, un segundo. En el objeto que mide el tiempo, todo pasa exactamente
igual, pero nuestra vivencia dice lo contrario. El tiempo parece una
contradicción, por un lado algunos dicen que no existe y por otro es tan
concreto como el reloj. Realmente nadie sabe qué es el tiempo. Sin embargo, es
nuestra experiencia diaria y constante.
Puedes
sentarte, caminar o correr, una hora es solo una hora, pero cómo tú la sientes
es cosa tuya. El tiempo en el amor, puede decirnos muchas cosas de cómo una
persona percibe el mundo. Conocemos personas que engullen el tiempo, otras lo
toman a sorbos y otras quieren controlarlo, manipularlo o poseerlo. Igual hacen
con el amor.
El
tiempo tiene que ver con la mente, la mente esta pendiente del tiempo. Pero las
emociones son libres en el tiempo. Si por ejemplo sentimos coraje, esa emoción
dura segundos. Sin embargo, somos capaces de extenderla en el tiempo por años,
afirmando que tenemos un coraje que realmente, ya no existe. Esa en una labor
de la mente, no de la emoción, esa es la experiencia del tiempo.
El
tema del tiempo es importante, nos guía la vida, nos dice cuándo comer, cuándo
dormir y hasta cuándo amar. Exactamente es en el amor donde recibimos un gran
impacto del tiempo. Sobre todo, en el desamor.
Cuando
entramos en una relación el tiempo pasa muy rápido y queremos que pase como una
flecha para conocer qué sucederá con la relación en meses o años. Proyectar al
futuro es parte de lo que hacemos en las relaciones. También en el comienzo de
un proyecto, de las clases, de las vacaciones. El tiempo puede ser un gran
aliado. Pero en el desamor, el tiempo se detiene.
El
tiempo ese que todos nos dicen ¨que cura todo¨, no pasa, se detiene o se
estanca. La neurociencia nos dice que por supuesto el tiempo pasa igual, igual
para todos, pero para la persona en desamor, no pasa.
Sucede
que los estudios demuestran que mientras mas fuerte es la experiencia, mientras
más emoción carga y tendremos la
sensación de que el tiempo se ha detenido. Es como una experiencia fuerte de
coraje, se detiene, es lenta y puede durarnos años, pero ya paso. El amor no
correspondido o el desamor puede
capturarnos en un tiempo que ya no existe y durar años.
Además
el desamor tiende a mirar al pasado donde no existía y entramparnos en el…’’The
way we were”. El desamor vive y se alimenta del pasado, el presente es dolor y
el futuro es un lugar muy lejano donde no queremos llegar.
El
proceso terapéutico tiene la misión de servir de faro que ilumine las
enseñanzas de ese pasado, para poder tener futuro. Ningún tiempo puede quitar
el dolor, pero podemos comprender, aclarar, hablar, en definitiva, dar luz.
Por
otro lado podemos enajenarnos, negar lo que sentimos y guardarlo en un cofre
donde nadie llegue. Lo interesante es que los cofres tienen la habilidad de
abrirse en cualquier momento, sin nuestro permiso. Y a veces, explotan. Hacen
mucho ruido y daño.
Si
estas en una experiencia de desamor no te aísles, no la niegues, ábrete, habla.
Para todos el desamor es una experiencia muy dura que puede afectarnos mucho.
Debemos recordar que el amor es una aspiración genuina, necesaria para la vida.
Así es de importante prepararse para… volver a amar.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
399-3114
preguntaleathalia@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Espero tu comentario