![]() |
Detalle El Tiempo. Acrìlico sobre canvas. 51x45. 2015. |
Muchos
somos o hemos sido especialistas en el juego del escondite. Nos escondemos de
las situaciones que debemos enfrentar. De las conversaciones que no hemos
tenido y sabemos de su urgencia. De las personas que fingimos no ver, porque sabemos
que hemos dejado algo sin resolver con ellas. Con esa llamada de teléfono que
no nos atrevemos a generar por “falta de tiempo”. En fin, son variados los ejemplos
y todos los conocemos.
Desafortunado
es, el que entra al juego del escondite. Es un juego que a simple vista, parece
que nos favorece. Sin embargo, lo que provoca es, el abono del terreno para que
la experiencia se siga repitiendo, hasta el cansancio Este juego provoca atrasos
en el camino de la vida o nos hace pasar
por ella, sin detenernos, para no ser vistos. Muchas personas llevan
una carrera de esconderse hasta de si mismos. Repitiendo su experiencia una y otra vez, en un incesante juego donde nadie puede llamarse, ganador.
Sin duda, las
experiencias que no enfrentamos, estamos condenados a repetirlas. Se convierten
en libretos internos que se activan casi sin mediar la intención. La repetición
en las tareas nuevas, en los nuevos
comportamientos o en actividades que queremos dominar, es muy apropiada. Por el
contrario, la repetición cuando lo que deseamos es cambiar, para dejar de
escondernos, es absurdo. Jugar al
escondite para no tener que enfrentar,nos debilita cada vez que
lo hacemos.
Muchas
personas en su huida se convencen de que eso, lo que sea que les empuja a
esconderse, pasara. Fabrican excusas o explicaciones muy complejas para
justificar su acto de huida. Usamos mucha energía en construir grandes
explicaciones de por qué no enfrentamos una conversación. Lo absurdo es que la
conversación duraría unos minutos y nosotros invertimos horas, días y a veces
años, en elaborar la explicación para no llevarla a cabo. Todos conocemos Hudinis expertos en el juego
de desaparecer, y muchos hemos padecido sus consecuencias.
El
escondernos tiene una relación directa con la debilidad del carácter. Con la
inmadurez que acompaña a personas que por su edad cronológica esperaríamos
otras respuestas ante las situaciones. Cuando un adolescente no quiere
enfrentar hablar con su novia para aclarar una situación es entendible, a su
edad pocas veces o ninguna le ha tocado hacerlo. Cuando un hombre o una mujer
no enfrentan una situación y prefieren “hacerse los locos” y obviar, ignorar o
mirar para otro lado, están actuando de manera inmadura. Un adulto de edad que actúa como un
adolescente esta fertilizando su debilidad de carácter y la repetición incesante de sus experiencias.
Lo que provocan los jugadores al escondite en sus allegados, amigos,
familiares o amores, muchas veces es devastadora. Relaciones dependientes,
obsesivas, dolor psicológico o agresiones pueden darnos una idea. A veces
producen tanto coraje o desesperación que se piensa que son malas personas
haciendo daño de manera consciente y premeditada. Realmente esto no es lo
usual, lo común es, que sea una persona inmadura, débil de carácter, que desconoce
como salir del juego y está muerto de miedo. Otros
dicen, que el o ella parece que tienen un carácter fuerte porque son bocones o
gritan mucho. Realmente un carácter fuerte no suele gritar, sabe afirmarse en lo que tiene y para eso no
es necesario alzar la voz.
El
repetir experiencias de escondernos, como todo lo que hacemos, se escenifica
en un contexto cultural. Hay culturas donde se promueve que las personas se
hablen de frente desde pequeños. Hay contextos culturales donde se promueve el
escondite y las personas usan el juego del gato y el ratón, hasta con ellos
mismos.
Dramáticamente
he visto parejas que llevan 30 años juntos y desde que se casaron tienen una
conversación pendiente y ambos la mencionan, pero nunca la han tenido. Los dos
convierten la conversación que no llega, en una explicación que justifica el por
qué no pueden confiar o ser felices, por 30 años. Este ejemplo muestra lo que
puede hacerle a la vida de las personas el escondite, para no enfrentar.
Por
otro lado así como las personas huimos o nos escondemos y de esa manera
repetimos la experiencia de no enfrentar, y no solucionar. También los pueblos,
todos nosotros, jugamos al esconder con nuestro proyecto de país.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
399-3114
preguntaleathalia@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Espero tu comentario