El Cuerno de la Abundancia. Detalle. 51x45.2015 |
Levamos
años escuchando la necesidad de vivir en el presente. Hemos leído buenos libros
que tratan de que cómo, el único momento es el presente. Sabemos que la
tristeza nos arropa cuando vivimos en el recuerdo del pasado. Conocemos por
experiencia propia que la ansiedad nos ataca y nos sentimos inseguros, de solo pensar
en el futuro.
Sin
embargo, muchas veces nos confundimos entre lo que es vivir el presente o vivir
en lo inmediato. Estar en el momento es muy saludable, exige que estemos atentos,
concentrados, actuando en la actividad que tengamos delante. Sea esta una
tarea, un proceso, un problema o crisis particulares. Concentrarnos y tener la
vivencia del lugar psicológico donde nos encontramos es relajante y nos ayuda a
suavizar las emociones. Además nos brinda una sensación de fortaleza ante los
eventos.
Por
otro lado vivir en lo inmediato, es habitar en una mentalidad de corto plazo,
es tomar decisiones rápidas, reaccionar sin detenernos en la reflexión. Es la acción
impulsiva ante un problema, buscando una solución inmediata y puede suceder que
solucionamos un problema creando otro, muchas veces peor.
Si
bien es cierto que concentrarnos en el presente nos evita la terrible ansiedad
del futuro y de lo que puede pasar, que aún no ha pasado. También es cierto que
el futuro lo escribimos día a día con cada paso firme, conscientes de lo que
estamos haciendo. El escrito de la
historia futura, nos toca a todos y la mentalidad de corto plazo, nos evita el
desarrollo y la continuidad, porque en lo inmediato siempre estamos comenzando.
Tomemos
un ejemplo de estos tiempos: las consecuencias económicas que estamos sufriendo
por las decisiones de inmediatez, en el ámbito sobre todo gubernamental. Aunque
cada uno de nosotros tenemos nuestra dosis particular. Decisiones de gastar más de lo que se tenía,
sin pensar en el futuro. Decisiones
impulsivas para apantallar a los votantes, porque desean la reelección de sus
partidos. No analizar, ni tomar en cuenta necesidades de prioridad de la población
y mirar hacia otro lado, ante problemas que han estado pidiendo atención por
años. La vida parece nacer cada día de elecciones, con inmediatez, sin
propósitos de continuidad y sin tomar en cuenta los efectos a largo plazo de
las decisiones que se toman. Con la mentalidad de que “el que venga atrás que
arree.”
Estos
ejemplos son de gobierno, pero son muy comunes en nuestra vida individual o de
pareja. En las parejas por ejemplo hemos visto la visión de que por hoy vamos a
gastar el dinero del mes y… “la última cuenta la paga el diablo”. Esto en
cuestiones económicas, pero también lo inmediato irreflexivo se presenta en la
toma de decisiones sobre la vivienda. Nos mudamos y punto, muchas veces
con hijos en escuelas distantes una de
otra, que los obliga a invertir horas en el tráfico diariamente. Pero esa es la
casa que nos gusta. Tener un hijo muchas veces es una decisión que se toma, sin
pensar en si disponemos del tiempo o la economía necesaria para un nuevo
miembro en la familia. Sin analizar si
estamos en una pareja sólida para tenerlo.
Otro
ejemplo de decisiones inmediatas es la respuesta rápida, para no enfrentar las
consecuencia de los propios actos. En San Juan de Puerto Rico desde donde escribo, últimamente
han sucedido varias situaciones que lo ejemplifican. Conductores de automóviles
atropellando peatones o ciclistas y
dándose a la fuga. Estos son casos que nos han conmocionado a todos porque
hieren la fibra mas sensible de la sociedad. Además de provocar la pregunta
¿qué tipo de persona tiene el derecho de conducir un vehículo por la vía
pública y ante una situación como esta, decide huir?
Estas
personas casi todas han sido identificadas por otros conductores o por cámaras
de seguridad. Una es relevante al tema. Un padre llevo a su hijo al cuartel de
policía a entregarse, después de que este arrollo a una persona en la calle y
se marcho a su casa. Este padre parece conocer, lo que es la consecuencia del
acto que el hijo cometió y lo llevo a enfrentarlo.
Abandonar
a un ser vivo herido en mitad de la calle y creer que ese acto no tendrá
consecuencias es aterrador. Sobre todo para la práctica sana de convivencia a
la que aspiramos. Eso no es vivir en el presente, es huir en la inmediatez de
que si nadie te vio hacerlo, entonces ese acto no existe y no traerá consecuencias.
Vivir en el presente es una manera sana para responder a lo que está
sucediendo y de las consecuencias que tiene a largo plazo. Practicar la inmediatez,
suele ser un acto sin reflexión, sin una mirada al presente o al
futuro.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
399-3114
preguntaleathalia@gmail.com
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