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Ejercicio en papel encerado. 2015. |
Hasta el amor cansa, si se
prodiga demasiado.
En cocción lenta, es dulce.
Entonces da tiempo a dar y a
recibir.
Existen
leyes escritas con tinta invisible en el universo. Si las descubrimos y las practicamos,
nuestra vida se puede transformar y podemos
obtener guías para llevarla a cabo. Todos sabemos que no existen libros de
recetas de cómo vivir, la incertidumbre y el desconcierto son, los acompañantes del camino. Sin embargo, si
logramos descubrir y practicar estas leyes , de pronto, el ejercicio de vivir,
puede ser mas llevadero.
Tenemos
una ley, que es una calle de dos carriles. Lo que sube baja y lo que baja sube,
de manera constante he inexorable. Podemos estar en la creencia de que esto es
cierto o podemos cuestionarlo. Pero, sin importar cómo lo pensemos, la realidad
es que sucede ante nuestros ojos, todos los días. Así es la ley del dar y el
recibir. Es una ley de dos procesos, hermanados, que fluyen en una dinámica
constante.
Conocemos
personas, que luchan con la idea de dar y otras con la idea del recibir. Por
otro lado, tanto dar como recibir son acciones, actos, movimientos que solo se
hacen realidad, cuando dejan de ser ideas. Ideas convertidas en actos, cuando
nos conectamos con la participación, que cada uno o una tiene en su entorno y
en el mundo. Entonces el dar y el recibir se pueden adoptar como modelo en la vida
diaria. Ante éste suceso ambos procesos fluyen sin medida, sin cesar, como
cualquier otro proceso natural.
Un proceso natural puede ser físico, como la digestión
, nadie puede decidir que se produzca, pero se produce siempre que comemos. El
amor es otro proceso natural, se manifiesta sin rodeos y sin planificación. Dar
y recibir, es un proceso natural, que
promueve la sanidad mental, la física y la espiritual. Sin embargo, conocemos
personas que se les atora la mano en el bolsillo cada vez que van a dar. O
aquellas que no pueden encontrar en su cartera el monedero y lo buscan desesperadamente,
como un compromiso por cumplir. Esas personas realmente creen, que si dan, pierden, entonces se quedan con menos .
Hemos
conocido otros individuos cuya demostración de cariño, es tan limitada que
parece que les cuesta esfuerzo el evento de dar afecto. Por otro lado, también
existen los que adoran recibir, celebran el recibir y se hacen adictos al
recibir. Estas personas desconocen, lo que es la ley, una de dos patas muy
coordinada que se daña cuando no se practica en su totalidad.
Cualquier
actividad que se lleve a cabo en exceso pierde su impacto y enferma. Por eso
las personas que solo saben dar, o son practicantes del dar, terminan
resentidas. Este comportamiento se aplaude como de alto valor en muchas
sociedades, en la figura de la mujer. Si observamos un poco, lo que se aplaude
de la mujer, es el sacrificio personal, aún por encima de si misma. La mujer, debe
ser sacrificada, abnegada, desprendida, como parte de su rol. Su rol no incluye recibir o que se le aprecie
y se le respete. Esta debe ser una de las explicaciones de la desigualdad y de
la violencia de género.
En
el dar, no solo se dan objetos, dinero. La mayor parte de lo que se da y recibe
es intangible. Por eso algunos individuos piensan que nunca han sido
retribuidos por lo que han dado. Si damos buen trato, es muy probable que
recibamos lo mismo. Y aún cuando la persona en la situación no lo retribuya,
seguro que más adelante lo recibiremos de otra. El recibir es una parte de la
ley, pero no es necesario que sea una persona específica. Muchas veces el
intercambio, es de quien menos te lo esperas.
Otra
realidad de esta ley es que al dar, no tenemos que hacer listas de lo
entregado, para saber cuánto toca hacia el lado personal. La ley
afortunadamente se cumple en si misma, siempre que fluyamos con ella y nos
cuidemos de no enfermar , al dar en exceso o de querer recibir siempre.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada
(787)399-3114
thaliacuadrado@gmail.com
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