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Experimento. Con los ojos cerrados.. 2015. |
Dedicado
a lo emigrantes, cuyos olores más preciados, se ven trastocados al emprender un
camino incierto y tienen nostalgía de su olores conocidos.
El
olfato es un sentido con conexiones profundas
en nuestro mundo psicológico. Con frecuencia se nos olvida que el olfato de los
animales nos ayuda a orientarnos en el camino.
Observamos
como perros y gatos lo primero que hacen al acercarse a la comida, es olerla.
Los gatos se saludan oliéndose sus partes más íntimas cosa que nos
asombra. Porque nos gusta pensar que los
animales humanos civilizados no hacemos esas cosas.
La verdad es distinta los humanos también nos
reconocemos por los olores que despedimos. Una de las demostraciones de nuestros gustos o disgustos es çomo huele la persona que acabamos de conocer. En el cortejo amoroso el olor nos motiva a acercarnos o al rechazo. Esto también se hace patente cuando
viajamos al llegar a una ciudad y cultura distinta a la propia tenemos que
ajustar el olfato y reconocer otros olores. Cada ciudad cada país tiene sus
olores peculiares que le dan su sello particular.
Muchas de nuestras memorias, incluyendo la
etapa pre verbal están asociadas a los
olores que nos acompañaron en el entorno más cercano, la relación con la madre tiene asociaciones olfativas. Temprano en la vida la leche materna nos deja un olor
indescriptible en la memoria. Cada vez que volvemos a oler o a recordar ese olor muchos
lo asociaremos con la figura de la madre y nos producirá en su mejor recuerdo el sentirnos seguros. También abandonados tristes o con corajes viejos, los
olores no solo evocan buenas memorias también las dolorosas.
Una pareja que busca ayuda terapéutica para esclarecer hacia dónde desean caminar evalúan instintivamente sus olores. Alguno puede comentar que
ya no soporta el olor de la otra persona. Esto es un gran reto a la terapia de
pareja porque nadie puede acostumbrarse a un olor que le disgusta y obligarse
a que le guste.
A nivel racional podemos adiestrarnos a que
nos “gusten” muchas cosas. Pero a nivel de los sentidos y su espontaneidad eso
no es posible. Los olores que no nos gustan los rechazamos sin pensar sin
meditar es un acto de absoluta espontaneidad que no pasa por la razón. Lo contrario también
es cierto cuando nos gusta un olor simplemente nos gusta sin más
explicaciones.
Los
olores que nos gustan o hacen sentido definen muchos de nuestros
comportamientos. De mayores el olor a café para el que le guste despierta una
cadena de emociones que lo lleva más allá de la cafetería donde se encuentra directo a
las mañanas de la niñez cuando nos despertaba ese olor. Para otros de nosotros
el olor a incienso nos evoca la paz tan necesaria y provoca un momento de relajación y conexión.
Te
invito a que recuperemos el olfato, como cualquier otro animal el olfato es
una brújula colocada por la sabiduría de quién nos doto de los poderes necesarios
para la vida. Con un olfato conectado reconocido y afilado nadie puede
vendernos gato por libre. Podremos reconocer el amor la química y el gusto de
lo que armoniza con nosotros. También y muy importante en estos días podremos
olfatear como los gatos quién en el plano de los partidos políticos quiere
engañarnos con perfumes caros.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
399-3114
thaliacuadrado@gmail.com
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