Nos hacemos de la idea de que la mente es una especie de computadora donde
se escribe, y borramos a voluntad lo que no deseamos. Pensamos que cualquier cosa que no queremos recordar la podemos eliminar. Creemos que el olvido es posible echando a un lado vivencias
que nos han marcado.
Cuando realmente lo que hacemos, con lo que queremos olvidar, y no se ha procesado es barrerlo debajo de la alfombra de la memoria. Lo cierto es que las experiencias no pueden borrarse y las vivencia perduran a pesar de estar debajo de la alfombra, esperando el momento para salir.
Cuando realmente lo que hacemos, con lo que queremos olvidar, y no se ha procesado es barrerlo debajo de la alfombra de la memoria. Lo cierto es que las experiencias no pueden borrarse y las vivencia perduran a pesar de estar debajo de la alfombra, esperando el momento para salir.
Esto
les sucede a personas con
historias que no quieren recordar de diferentes tipos y fue lo que le sucedió a Ángeles, por muchos años, antes
de asistir a sus terapias psicológicas. En nuestra primera cita comentó lo del
abuso al que fue sometida en su niñez y acto seguido dijo: “pero yo a eso le di, delete”. Cuando tenia 7 años comenzó a ser victima de acoso escolar o “bullying”, Ella
recuerda este periodo de su vida “como si fuera una película”, “lo único que
hacia era tener miedo”, “me sentía maltratada no entendía por qué, yo solo tenia pánico todo el tiempo".
Como
muchas personas pensó que algo que sucedió en su niñez y adolescencia había
quedado atrás al presente Ángeles tiene 35 años. No asocio su inseguridad,
su problemas para relacionarse, el no poder tomar decisiones, su sensación de
no pertenecer a ningún grupo, su tendencia a aislarse, con su experiencia de “bullying”. “Pude estudiar, tener mi profesión, paso
temporadas bien”. “Pero por períodos largos me siento fuera de lugar muy
insegura, me da mucho miedo y no duermo bien”.
Su
experiencia del “bullying” , no la informo a sus padres, ni en su colegio, todo
quedo en secreto. Desde pequeña les pedía a sus padres que la cambiaran de
colegio, pero ellos no querían, a los 14
años logró que sus padres escucharan sus suplicas y la cambiaron. Este cambio la salvo porque “muchas veces
pensé que era mejor no vivir”.
Cuando
llego a su nuevo colegio, decidió olvidar todo, como si fuese un mal sueño y
comenzar una nueva vida. Esta actitud le
funciono por varios años, hasta el día que tuvo un ataque de ansiedad que se
repitió varias veces y su cardiólogo le recomendó que buscara ayuda psicológica.
Después de un año de terapia, Ángeles está más animada, duerme mejor y aprovecha su trabajo en recursos humanos,
para ayudar a otros y continua en terapia. Además de la experiencia de abuso
escolar, muchas de sus relaciones han quedado lastimadas, incluyendo la que
tiene con sus padres.
Si
conoces a un adulto que fue maltratado, acosado,
humillado, no le digas que “ya eso paso”. No le digas que “eso es pasado” y que
“en este momento ya es otra cosa”. Una experiencia como esta, perdura por años y sus efectos pueden durar
toda la vida. Y no puede pasar hasta que se examinan y se procesan sus efectos. El
acoso, abuso o “bullying” sucede en un lapso de tiempo, los efectos de la
experiencia se extienden en el tiempo.
La
autora es Psicóloga Clínica en practica privada.
(787)399-3114
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