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De la serie Mandalas del Amor. La Búsqueda. |
No
son lo mismo ni se escriben igual, sin embargo ambos términos interactúan en la
cultura como sinónimos intercambiables o como siameses unidos por nacimiento. En
nuestra cultura el compromiso ha sido usado como sinónimo de obligación esto
podemos notarlo en lo que hacemos como individuos pero donde es más evidente es
en parejas y familias. En la relación pareja el compromiso es de
vital importancia pero donde comienza el compromiso es en el individuo
propiamente. Esta mirada psicológica de las personas como entes generadores de
sus comportamientos es relativamente nueva. Antes te comprometías o te
obligaban a comprometerte porque una autoridad externa te lo ordenaba. Hoy en
pleno siglo 21 todavía estamos con un pie fuera y otro adentro de lo que significa
comprometernos. ¿O lo hago porque quiero o porque me siento obligado? Muchas
veces se hace difícil la distinción porque si el grupo familiar aprueba algo,
la persona se siente obligada y asume el compromiso como propio, de esto todos
hemos tenido experiencias variadas.
El
quehacer cultura por otro lado, construye comportamientos los fija por
medio de la costumbre y los sostiene a
través de la supervisión diaria de los defensores culturales que somos todos. La
cultura comunica las formas o maneras de un grupo particular pero no es un
oráculo inamovible, es un quehacer diario que debe irse ajustando a las expresiones del grupo y a sus
contextos históricos. Es decir, la cultura se revisa en muchos de sus aspectos
para hacerla viva y que siga sirviendo al pueblo que la genera al momento
presente. Sin embargo, dichos cambios se producen con extrema lentitud y muchas
veces podemos observar que decimos algo y hacemos lo contrario culturalmente
hablando.
Ricardo
es un hombre profesional de 50 años que está en un matrimonio abalado por todos
aplaudido por todo su entorno y en el cual el siente que ni el ni su esposa
tuvieron mucho que decir, más allá de aceptar casarse porque se gustaban, se querían y eso era lo propio a su edad 24
años. Esto es muy común y ha sucedido
miles de veces y volverá a suceder otras tantas. Una vez en la relación como ya
se había adquirido un ‘’compromiso” es decir una “obligación” tanto Ricardo como Aurea continuaron la vida.
En
las insatisfacciones propias del no saber, no conocer y no poder quejarse
porque el matrimonio no es perfecto, “todos tienen sus cosas”, y ni pensar en
romper su vínculo “sagrado” ambos comienzan a buscar otras avenidas de escape
según lo que se les permite a los sexos en la cultura del “compromiso”. El escogió
trabajar mucho, llegar tarde o no llegar y tener una que otra aventura. Ella
por su parte escoge convertirse en una esposa “quejosa”, insatisfecha de su
vida que no se parecía en nada a lo que había imaginado y cada día añade más
alcohol y medicamentos para trabajar con sus ansiedades, depresiones o insatisfacciones. Ambos están
en una trampa cultural donde si se atreven a comentar algo, otros y otras les
dirán “que así son la cosas”
Esté
pedazo de historia puede tener muchos matices, pero se repite con múltiples
variables demasiadas veces. Algunos pensaran que es una exageración y para
ellos la pregunta es: ¿ Cuántas personas casadas conoces que están
comprometidos no obligados en la relación?
Quizás tenemos que revisar si todavía se ve el matrimonio como la aspiración
máxima de las personas y por ello repetimos lo mismo en espera de que aunque le
sale mal a un porciento muy alto a nosotros nos saldrá bien o porque el espectáculo
de la boda nos captura y no se cuestiona.
Para
muchos de los lectores la historia les
es común, para otros es que ellos ( R y A) no lograron
ajustarse a la vida de casados, no se querían lo suficiente o no
buscaron mantenerse unidos. Para estar
en pareja con otro humano es necesario conocerte y conocer, explorarse y
explorar. Si embargo, hasta hoy el
conocerse no pasa de que gustos tenemos y el conocer se trata de si somos
compatibles en gustos o en la vida sexual. Sin embargo, parece que la alta tasa
de divorcios y los tiempos que corren exigen mucho más de cada uno de nosotros
y ese es el reto que nos trae la vida. Lograr de manera creativa, honesta
plantearnos a nivel individual y cultural nuevas maneras de parejas de
compromisos reales y voluntarios.
Como
profesional que trabaja con estos temas me propongo escribir sobre el tema del
compromiso y su “sinónimo” la obligación, el compromiso trabajado como el poder
de decidir, ingredientes necesarios del compromiso en una próxima entrada al
blog los invito a leerme . Hasta pronto.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
(787)
399-3114. thaliacuadrado@gmail.com
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