Examinando las incongruencias de las situaciones del presente respecto a los jóvenes y la Universidad hice la Promesa de tratar de poner en palabras cómo lo observo.
Los
jóvenes estudiantes que hoy protestan por lo que creen injusto tienen que
escuchar de sus padres y abuelos el reclamo de que ellos no tienen que
protestar porque lo han tenido todo. Además
de los señalamientos diarios en prensa, radio y tv de personas que los señalan
como un grupito de “quedaos sin oficio ni beneficio”. Que lo mejor que pueden
hacer es ponerse a estudiar y dejarse de huelgas y protestas. O de los
confundidos de espíritu que creen que todos debemos callarnos para que nos vaya
mejor, no vaya a ser que enfademos al amo.
Si
bien es cierto que los jóvenes en gran parte lo han tenido más fácil económicamente,
también es cierto que a ellos les va a tocar pagar la famosa deuda sin auditar
que les hemos heredado. Esta realidad les otorga el derecho a protestar hasta
que se queden sin voz.
En
nuestro país que yo recuerde, nunca se han juntado un grupo tan grande de jóvenes.
Cuyo fin fuera llegar a unos acuerdos ejerciendo los derechos democráticos que
les cobijan. Y en asamblea practicaran la tan cacareada democracia de la que le
hablamos los adultos. Esto es casi un milagro sobre todo teniendo en cuenta que
los jóvenes nunca han tenido ejemplos vivos ni modelos ha seguir. Nosotros los
adultos solo hemos ejercido la democracia para votar por los mismos que han
saqueado el país ante nuestros ojos mientras mirábamos para otro lado.
Es
un evento importante que estos jóvenes todavía puedan reaccionar a lo injusto
cuando nos han visto por años aceptar todo lo que nos han echado encima
gobiernos corruptos unos por acción y otros por omisión cada uno peor que el
anterior. Nosotros los adultos, la mayoría de las veces no nos hemos podido
poner de acuerdo ni para protestar y ellos nos acaban de dar una cátedra de
unión 11,000 estudiantes en asamblea y no se mataron. Unidos por un bien común
no por partidos políticos.
11,000
estudiantes chicos y chicas de todos los recintos de nuestra Universidad dando lección
de unión por una causa y los analistas centran sus opiniones en lo larga que
fue la asamblea y que deberían tener la capacidad de hacerla más corta. Siendo
una realidad que los adultos de este país no hemos sido capaces de reunirnos en
asamblea ni corta ni larga porque no sabemos cómo. Además de porque tenemos miedo a afirmarnos
defendiéndonos. Nosotros no somos de la generación, salvo felices excepciones,
de hacernos valer.
Decía
una chica de 19 años que sus padres le habían prohibido que se manifestara en
defensa de su Universidad que se quedara al margen. Yo entiendo la preocupación
de los padres por la seguridad de sus hijos. Pero al margen tenemos más de la
mitad de la Isla comprando en Plaza mientras el país se nos cae en cantos y lo
venden a cualquier postor.
Muchos
de estos estudiantes no son ricos, ni de padres profesionales que pueden
apoyarlos. Son jóvenes que estudian y trabajan para ser capaces de tener un
futuro en la Universidad de Puerto Rico, es decir, la de todos y para Puerto
Rico, es decir, el de todos. Muchos pasan hambre y necesidades varias y difícilmente
se podrían llamar quedaos. A mi se me
cae la cara de vergüenza cuando escucho palabras tan ofensivas dirigidas a los
que están tratando de hacer lo que nosotros los adultos no hemos tenido lo que
hay que tener y están recogiendo el país que le hemos heredado. Nosotros los
adultos de este Puerto Rico le estamos dejando en herencia a nuestros jóvenes
un país en ruinas. Y todavía muchos tienen la cara de criticarlos.
De
tanto mirar para otro lado se nos ha olvidado a los adultos que somos nosotros los
coautores del desastre. Cuando hemos aplaudido que mentes enfermas nos
vendieran la idea de que éramos continente y pisábamos Isla. Cuando no
protestamos por obras faraónicas innecesarias. Cuando permitimos el saqueo del
sistema de salud. Cuando permitimos que robaran o malgastaran los dineros que
son de todos. Eso no lo hicieron los jóvenes fuimos nosotros y lo van a pagar
ellos. En este caso los adultos no lo hemos hecho mejor.
Nuestra
función como adultos debería ser, apoyarlos en sus luchas que son las nuestras.
Asistirlos en sus preguntas, dolores y problemas. Ninguna nación del mundo ha
sido construida por adultos, la construyen los jóvenes porque en esas edades es
que se tienen las energías para cambiar y construir. La edad adulta crea
desconexión, dejamos pasar, nos acomodamos, nos volvemos lentos y vagos y se
nos olvida que la mente y el corazón no envejecen. No pretendamos que los
jóvenes adopten esa misma actitud porque entonces sí que estamos perdidos.
Para
terminar quiero decirles que yo me quito el sombrero ante los jóvenes de este
país nuestro porque emprenden luchas de David y Goliat con el entusiasmos que
hace falta para que cuando nos toque irnos a los adultos al otro mundo, todavía
ellos tengan país y una universidad a donde llevar a sus hijos e hijas. Esa no es nuestra herencia, debió serla pero
no lo es, esa la están labrando ellos
casi solos.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada
787
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thaliacuadrado@gmail.com
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¡Que vivan los estudiantes!
ResponderEliminarGracias Ana ¡Que vivan!
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