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Bandera de Puerto Rico. |
Existe una gran dificultad al escribir sobre el tema del trauma y sus impactos sobre todo cuando estas involucrada. Los puertorriqueños y todos los demás hermanos que comparten este suelo estamos ante un impacto nunca antes experimentado. Voy a intentar ponerme en el lugar del otro u otra que es mi propio lugar y hacernos algunas recomendaciones.
Cuando una
persona recibe un golpe psicológico fuerte lo usual es que haga uso de sus fortalezas
desarrolladas o adquiridas en otros momentos difíciles de la vida para enfrentarlas.
Las fortalezas psicológicas son como un músculo que mientras más lo trabajas más
fuerte y sólido lo tendrás. Por eso es tan importante exponerse a las
experiencias de la vida y no querer estar siempre en la zona cómoda, porque esa
zona es tan cómoda que te deja sin retos y te debilita. Un trauma violento nos
reta más allá de lo imaginado, nos mueve los cimientos y nos deja atónitos,
incrédulos y muchas personas piensan que están en un sueño del que van a despertar.
Este
huracán y su impacto ha cambiado el escenario de nuestras vidas, en lo visual
la vista ha tenido que ajustarse a un espectáculo extraño, distinto,
irreconocible. Los puertorriqueños somos una cultura visual, es decir para
orientarnos en la vida, dependemos de lo que vemos. Esto ni es bueno ni es
malo, solo es así, otras culturas tienen otras maneras de funcionar. Observar
la destrucción física de nuestro entorno eriza los pelos y conmueve el alma y
si bien con esto seria suficiente, también tenemos el mundo emocional. En el llamado shock psicológico siempre la
parte más afectada es la que no vemos, la interna, la que no podemos tocar de
inmediato, esa que se escurre hacia los lugares distantes de la psiquis. Esa
parte que mueve todas las emociones y a la que le ponemos de frente la
racionalidad para defendernos. O lo peor nos convencemos de que estamos bien y
nada ha turbado los lugares internos de la emoción.
Este es un
mecanismo de defensa, humano, natural, que en principio puede hacernos pensar
que si arreglamos lo material, todo estará bien. Este es un error común pero
que puede traernos difíciles consecuencias en un futuro no muy lejano. Las
personas somos muy variadas en las maneras de cómo interpretamos las
experiencias y en ese sentido todas esas maneras distintas de ver y actuar son válidas.
Lo interesante es que esas formas de interpretación personal pueden ser
destructivas o constructivas. Por ejemplo hay sujetos que sacan su incomodidad,
dolor, rabia hacia fuera lo que provoca más malestar y aumenta la posibilidad
de conflictos. Otras personas se sumergen en un estado casi catatónico y no
pueden reaccionar lo que provoca que se conviertan en una adición a los
problemas de la crisis. Otras personas y por estas damos gracias mueven su
dolor e incomodidad siendo capaces de llorar y actuar al mismo tiempo.
Los
puertorriqueños somos gente muy sensible, empática, amorosa, alegres,
habladores y en momentos de impactos emocionales raras veces nos encerramos,
casi siempre nos confortamos los unos a los otros. En este momento esto es una
cualidad extraordinaria. Pero hay momentos de la vida y este que nos ocupa es
uno de ellos que es necesario tomar consciencia de que ‟la procesión puede
estar por dentro” y hay que hacer por atenderla.
Existen muchas
cosas que podemos hacer YA para que los efectos de esta tragedia no nos
debilite como colectivo y vayan a llegarnos pensamientos destructivos a la
mente. La mente o mejor dicho la mente primitiva no dispara ni un solo
pensamiento constructivo, es como si su función fuera meternos miedo y hacernos
creer que solos no podemos. Por supuesto eso no es cierto, no solo podremos
ponernos de pie, la verdad es que nunca hemos estado en el piso, solo nos
flaquearon las piernas por el golpe de María.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero
no entremos en polémicas con nosotros mismos, con el vecino, con el compañero en este bote estamos todos. Que si, que no soy
tan ingenua como para creer que quien no tiene bienes materiales lo esta
pasando igual que al que le sobran. Pero levantarse por dentro no tiene que ver
con agua, luz, o dinero, levantarse es un acto de amor hacia ti. Amate lo
suficiente para no dejarte caer.
En la
quejadera ya hay un club demasiado de grande y ellos se entienden de lo más
bien, siempre se quejan de todo y nunca hacen nada y no necesitan más adeptos.
Puedes hacerte una promesa a ti mismo, a ti misma, usa las palabras que salgan
de tu boca para construir y cuando te salga alguna que suene fuerte de esas que
nuestras madres no nos permitían decir, que sea apropiada y tenga sentido.
Hablar por hablar destruye, si no tienes nada constructivo que decir o hacer,
guarda silencio. Todos te lo vamos a agradecer.
Si eres una
persona que necesita medicamentos de los llamados de ‟los nervios” tomártelos
es lo mejor que puedes hacer en estos días. Este no es el momento de hacerse el
duro y dejar de tomarlos, luego puedes re evaluar con tu especialista. Si estas
triste recuerda que es perfectamente normal estarlo. El que más y el que menos está
triste. El llanto es frecuente y esa sensación de vacío e incertidumbre nos va
a durar. Si piensas que tu tristeza ya es depresión antes de entregarte
recuerda que la mejor medicina para las tristezas es moverse y ayudar a otro.
No tienes que tener nada, tu presencia, tu oído, tu sonrisa, tu ser son
suficientes. No te des por vencido te necesitamos hoy más que nunca.
Para
terminar te pido que recuerdes que las personas y los pueblos se hacen grandes
en la adversidad y el nuestro solo es pequeño en tamaño, nuestro corazón es
grande y a ese corazón no le ha pasado nada.
La autora
es Psicóloga Clínica en practica privada
thaliacuadrado@
gmail.com
787) 399
3114
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